"Si acaso..."
Un día acudí a mi papá con uno de mis muchos problemas de aquel entonces… me contestó con una parábola: “Hijo, ya no eres una simple y endeble rama, has crecido y te has transformado. Ahora eres un árbol en cuyo tronco tierno follaje empieza a florecer. Tienes que darle vida a esas ramas. Tienes que ser fuerte, para que ni el agua, ni los vientos te embatan. Debes crecer como los de tu especie, hacia arriba. Algún día, vendrá alguien a arrancar parte de ti, parte de tu follaje. Quizá sientas tu tronco desnudo, más piensa que esas podas siempre serán benéficas, tal vez necesarias, par darte forma, para fortalecer tu tronco y afirmar tus raíces. Trata de ser como el roble, nunca un bonsái…”
Ahora quisiera tener a Don Cuau conmigo y darle las gracias por haber nacido, por haber sido, por haber tenido, por haber triunfado y por haber fracasado. Si acaso tuviera a Don Cuau a mi lado, podría agradecerle su preocupación por mí, podría agradecerle sus tiernas caricias, que no por escasas siempre sentí.
Si acaso tuviera a Don Cuau conmigo, le daría las gracias por estar aquí, le agradecería mis grandes tristezas, sus sabios regaños, sus muchos consejos y los grandes valores que sembró en mi. Si acaso Don Cuau estuviera conmigo, podría charlar como antaño fue de que me hablaba de aquello del árbol que debe ser fuerte y sabe resistir, prodigar sus frutos, ofrecer su sombra, cubrir sus heridas y forjar firmezas… y siempre seguir, seguir luchando, seguir perdonando, seguir olvidando y siempre… seguir.
Si acaso tuviera a Don Cuau, a mi padre a mi lado, le daría las gracias… porque de él nací.