"Una Historia de Amor"
Cuenta la historia que un momento verdaderamente conmovedor ocurrió entre Nancy Storace y Wolfgang Mozart cuando ella cantó la ária "Lascia Ch'io Pianga" de Haendel durante un concierto improvisado en la sala de música de la Baronesa Elisabeth Waldtstätten en su finca en Klosterneuburgo.
“Es tu turno querida Nancy. No te hemos escuchado aún." - le dijo la Baronesa al tiempo que deslizaba su brazo por el brazo de Nancy y la guiaba al harpsicordio. Mozart se dio la vuelta y caminó en dirección de la mesa del vino para servirse otro vaso mientras Michael Kelly (quien era un tenor) se quitó del fortepiano para sentarse a escuchar.
"¿Por qué no nos cantas esa encantadora aria que me cantaste la otra ocasión?"- sugirió la Baronesa mientras se posicionaba del teclado. "Yo te acompaño."
"¿Que fue lo que cantaste, Nancy? Nos encantará escucharte." - dijo Michael alegremente mientras se acomodaba en un comodísimo sofá.
Mozart quien permanecía volteado dijo en tono burlesco "Probablemente es una cancioncita obscena de cantina que aprendió en Inglaterra." pero antes que terminara de decir esa frase la Baronesa había iniciado a tocar. Él permaneció inmóvil a la vez que escuchaba la introducción del aria e inmediatamente reconoció la melodía. Él se dejó llevar por la emoción y recordó el día que en la casa del Baron van Swieten este le pidió a Nancy le cantara la misma aria. Fue el mismo día que se dio cuenta que estaba enamorado de ella.
“Lascia ch’io pianga, mia cruda sorte…”... Mozart se volteó y fijó su mirada intensa en ella. “…e che sospiri, la liberta!” La voz de Nancy era lastimosa y llena de anhelo. Ella entendía perfectamente bien el sufrimiento que estaba cantando. Mozart permanecía paralizado, superado por ternura hacía aquella joven mujer quien le robó el corazón ese mismísimo instante.
“Il duolo ingfranga, queste ritorte, de miei martiri, sol per pieta!" Sus miradas se encontraron mientras ella le cantaba a él. Cuando ella terminó de cantar, sólo hubo silencio. Ella había desgarrado su corazón y lo sostenía para que todos en ese cuarto lo vieran. Finalmente, Michael rompió el silencio al sutilmente sugerirle a la Baronesa salir a observar el jardín de rosas, dejando a Mozart y a Nancy solos en el salón.
Nancy permanecía a un lado del harpsicordio, viendo atentamente mientras Mozart depositaba su vaso de vino en la mesa y silenciosamente cruzó el cuarto en dirección a ella. Al tiempo que él se aproximaba, Nancy vio lágrimas en los ojos de Mozart y su corazón empezó a latir apresuradamente otra vez y sintió ruborizarse. Él permaneció muy cerca de ella, casi sin respirar y gentilmente tomó sus manos, atrayéndola hacia él. Ella envolvió suavemente con sus brazos el cuello de él, mientras Mozart la besaba suavemente en la frente. Allí, permanecieron de pie por mucho tiempo en silencio tomándose las manos. Enseguida, sin decir palabras, Mozart tomó la mano de Nancy, subieron las escaleras, entraron a la recamara principal y cerrando sin hacer ruido la puerta detrás de ellos.
Decir que esta historia me hizo sentirme flotar por los aires es poco... bellísimo texto!!!
ResponderEliminarMolto grazie!
Siiiii, yo tambien imagino la escena del momento
ResponderEliminary creo que fue sublime
Abrazo